4.08.2013

Las dos caras del erotismo



El verano pasado un libro removió los cimientos de la industria editorial y los deseos de muchas mujeres. Con ?Cincuenta sombras de Grey? la literatura erótica para ellas dejaba el perfil minoritario de las editoriales especializadas para convertirse en un producto de gran consumo.

Medio año después y con más de treinta millones de ejemplares vendidos, y una decena de títulos de otras editoriales que pretenden seguir la estela de Grey, el mundo se pregunta el porqué del triunfo de la literatura erótica para mujeres. ¿Qué nos ha llevado a saltar de la novela romántica a la de contenido sexual más que explícito?

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La literatura erótica para mujeres no es un fenómeno nuevo, aunque haya irrumpido en las estanterías de cada librería con el éxito sin precedentes de la citada trilogía. Su autora, E.L. James, que sigue los pasos de pioneras como Anaïs Nin, Sidonie Gabrielle Colette, Shirley Conran o Anne Desclos, ha llevado un género que nació en los años 70 a lo más alto de la lista de superventas del mundo entero.

Lo cierto es que ahora hay miles de mujeres enganchadas a esta trilogía erótica, muchas reconocen que su lectura ha conllevado una mejora en su vida de pareja y hasta hemos conocido casos como el de la británica que solicitó el divorcio ante la negativa de su pareja a poner en práctica los juegos sexuales surgidos de la imaginación y la pluma de E.L. James.

Sentirse bien

Hay tantas formas de ser feliz, de sentirse realizado, como personas en el mundo. El camino a la felicidad está determinado, en la mayoría de las ocasiones, por aquellas cosas que nos hacen sentir bien. Es ahí donde, en opinión de la sexóloga Marian Frias, la erótica entra en acción. «Este sentirse bien está por encima de ser hombre o ser mujer, pero se ve a su vez muy influido por las expectativas de lo que es «ser hombre» y de lo que es «ser mujer», para la sociedad, para la familia, para las ideas de cada uno y sus exigencias».

Existe, pues, un condicionante intrínseco en el género. Algo que nos hace diferentes a la hora de abordar la sexualidad y, por lo tanto, la literatura erótica.

Frías, psicóloga y experta en Educación Sexual y Asesoramiento de pareja estima que «el deseo, parte de la observación de un estimulo externo o interno, al que le otorgamos un significado erótico. Los hombres suelen ser más fácilmente excitables desde el sentido de la vista y el tacto, mientras que las mujeres utilizan como vía de excitación más rápida el oído y el olfato ».

Precisamente, la palabra es un elemento erótico muy presente en el proceso de excitación femenina, junto con el oído. «La imaginación que requiere la novela y la capacidad de elegir y detallar en nuestra mente los elementos eróticos de la novela, dejan mucha más cabida a la elección de los detalles individuales propios», añade Marian Frías, que es autora del libro ?No molestar?, en el que muestra la forma de mejorar la vida sexual. Esta experta va más allá y señala que «la viagra femenina es la palabra, que activa el órgano sexual mas importante de todos, el cerebro».

No todo son diferencias

Como seres humanos con pulsión sexual, son muchos los nexos que igualan la sexualidad masculina a la femenina. Hombres y mujeres son seres sexuados, con pulsión sexual y fantasías. Tanto ellos como ellas buscan en el sexo un camino para sentirse bien, que los lleve al placer, a compartir, crecer y mejorar. La sexualidad masculina y femenina han evolucionado hacia un mayor permiso a vivir el erotismo de forma consciente, orientada a descubrir, al placer. A conocerse y a conocer. A hombres y mujeres podría servir el consejo de Marian Frías: «que pongan su cartel de ?No molestar?, dediquen tiempo a pensar en aquello que los acerca al placer, al deseo y al bienestar».


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