9.10.2012

Las sombras del marketing: El fenómeno "50 Shades of Grey"

En todo el mundo se han vendido más de 40 millones de libros de la trilogía, con los que Erika Leonard se convirtió en multimillonaria en apenas unos meses.



Londres, Inglaterra.- Hace tiempo que en Estados Unidos es "el libro", mientras que en Reino Unido ya ha superado al mismísimo "Harry Potter". El nombre del éxito es "50 Shades of Grey" ("Cincuenta sombras de Grey"), historias de erotismo, sado-maso, dominio y sumisión con las que su autora, E.L. James, se ha convertido en un auténtico fenómeno internacional.
En todo el mundo se han vendido más de 40 millones de libros de la trilogía, con los que la británica Erika Leonard -nombre de pila de la autora- se convirtió en multimillonaria en apenas unos meses. Ahora, aprovecha el tirón junto con sus diligentes socios y pone en marcha la maquinaria del marketing.
Primero, a partir de la semana que viene estará disponible un disco con las piezas de música clásica que aparecen en los libros. Los derechos para su salto a la gran pantalla se concedieron a cambio de varios millones y, además, hay anunciada una colección de ropa. Quien no quiera imaginarse qué tipo de prendas íntimas se ofrecen siguiendo el estilo "Cincuenta sombras de Grey", puede adquirir jerseys y camisetas.
¿Habría que creer a Leonard cuando afirma que ella misma sigue asombrándose? ¿Que los millones no han supuesto grandes cambios para ella, su marido y sus dos hijos adolescentes, más allá del nuevo Volkswagen que reemplazó a su viejo Honda? Y la imagen de esta cuarentañera, que rara vez se muestra en público y escribe bajo un discreto seudónimo, ¿es verdadera o sólo marketing?
Cuando presentó el disco "Fifty Shades of Grey: The Classical Album", sentada en la azotea de un hotel londinense de moda y rodeada de mujeres jóvenes con altísimos tacones y bolsos de diseño, uno se cree que Leonard se sintiera perpleja. Embutida en un estrecho vestido lila, cubrió sus redondeces con una chaqueta de punto. Con zapatos altos y las gafas en el pelo, daba una imagen sexy y valiente, como en el libro. Pero se la veía nerviosa y realmente tenía un aspecto simpático y maternal.
Ante la pregunta de cómo se explica que masas de mujeres de todo el mundo se entusiasmen con las fantasías de sumisión de su protagonista, contesta con timidez: "No tengo ni idea. Es raro." Afirma que jamás se habría esperado que sus historias tuvieran tal recepción. "En realidad, fue un alivio ver que también le gusta a otra gente, y que claramente no soy tan horriblemente perversa."
No le importan los análisis que apuntan a que la mujer, en la era del post feminismo y la creciente igualdad de oportunidades, vuelva a sentirse atraída por un hombre a través de la sumisión, o al menos quiera un abastecedor. "Se trata de la historia de amor. A las mujeres les gusta leer historias de amor. Y la relación entre los dos avanza, vive una evolución", afirma sobre sus personajes.
Pero la triología "Cincuenta sombras" también es un fenómeno precisamente porque hace no muchos años no habría podido serlo. En realidad, Leonard escribe sólo porque le gusta. Después de devorar las historias de la saga "Crepúsculo" de Stephenie Meyer, se inventó sus propias secuelas y las colgó en una web de fans, como "fan fiction". Las historias fueron bien recibidas y, con el tiempo, se volvieron más picantes. Hasta que se decidió a escribir su propio libro.
La pequeña editorial en la que se publicó apenas tenía dinero para promocionarlos, así que los libros se dieron a conocer a través de Internet y mediante el boca a boca. Los e-books también fueron clave: gracias a la variante electrónica, nadie podía ver lo que cualquier lectora leía en el metro, y así, muchas se atrevieron con sus páginas. Y también otro factor que antaño sería imposible: aunque los libros están enmarcados en Seattle, Leonard jamás estuvo allí. "Lo investigué todo a través de Google-Street-View, así recorrí todos los caminos. Es sorprendente lo que uno descubre."
Se critica su lenguaje y el modo en que aborda el tema. Pero ella sabe lidiar con las acusaciones de mal gusto, ha practicado durante años. "Antes iba todas las mañanas en tren a la ciudad y leía historias románticas. A menudo, en las portadas de los libros había mujeres semidesnudas, cuyos vestidos les resbalaban por los hombros, y hombres musculosos." Incluso a ella le daba a veces tanta vergüenza que cubría los libros con un forro. Hoy en día, todos es más fácil para los fans de estas historias: "Los libros electrónicos son una auténtica liberación para la gente. Cada cual puede leer lo que le apetezca."


Gracias a:  Vanguardia

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