En todo el mundo se han vendido más de 40 millones de libros de la trilogía, con los que la británica Erika Leonard -nombre de pila de la autora- se convirtió en multimillonaria en apenas unos meses. Ahora, aprovecha el tirón junto con sus diligentes socios y pone en marcha la maquinaria del marketing.
Cuando presentó el disco "Fifty Shades of Grey: The Classical Album", sentada en la azotea de un hotel londinense de moda y rodeada de mujeres jóvenes con altísimos tacones y bolsos de diseño, uno se cree que Leonard se sintiera perpleja. Embutida en un estrecho vestido lila, cubrió sus redondeces con una chaqueta de punto. Con zapatos altos y las gafas en el pelo, daba una imagen sexy y valiente, como en el libro. Pero se la veía nerviosa y realmente tenía un aspecto simpático y maternal.
Ante la pregunta de cómo se explica que masas de mujeres de todo el mundo se entusiasmen con las fantasías de sumisión de su protagonista, contesta con timidez: "No tengo ni idea. Es raro." Afirma que jamás se habría esperado que sus historias tuvieran tal recepción. "En realidad, fue un alivio ver que también le gusta a otra gente, y que claramente no soy tan horriblemente perversa."
No le importan los análisis que apuntan a que la mujer, en la era del post feminismo y la creciente igualdad de oportunidades, vuelva a sentirse atraída por un hombre a través de la sumisión, o al menos quiera un abastecedor. "Se trata de la historia de amor. A las mujeres les gusta leer historias de amor. Y la relación entre los dos avanza, vive una evolución", afirma sobre sus personajes.
Pero la triología "Cincuenta sombras" también es un fenómeno precisamente porque hace no muchos años no habría podido serlo. En realidad, Leonard escribe sólo porque le gusta. Después de devorar las historias de la saga "Crepúsculo" de Stephenie Meyer, se inventó sus propias secuelas y las colgó en una web de fans, como "fan fiction". Las historias fueron bien recibidas y, con el tiempo, se volvieron más picantes. Hasta que se decidió a escribir su propio libro.
Se critica su lenguaje y el modo en que aborda el tema. Pero ella sabe lidiar con las acusaciones de mal gusto, ha practicado durante años. "Antes iba todas las mañanas en tren a la ciudad y leía historias románticas. A menudo, en las portadas de los libros había mujeres semidesnudas, cuyos vestidos les resbalaban por los hombros, y hombres musculosos." Incluso a ella le daba a veces tanta vergüenza que cubría los libros con un forro. Hoy en día, todos es más fácil para los fans de estas historias: "Los libros electrónicos son una auténtica liberación para la gente. Cada cual puede leer lo que le apetezca."
Gracias a: Vanguardia
No hay comentarios.:
Publicar un comentario