La habilitación a prácticas sexuales más extremas sin necesidad de sumergirse en el porno y la vuelta a las fantasías mediadas por libros parecen la clave del éxito del best seller "Cincuenta sombras" de E.L. James, que completó su trilogía, y ya planteó una tendencia: libros eróticos que ahora son masivos.
Los números son indiscutibles: esta saga vendió 43 millones de ejemplares en todo el mundo y es el libro más vendido en la historia de Inglaterra, incluso más que "Harry Potter". En Argentina, "Cincuenta sombras de Grey" está hace un mes en el primer puesto de ventas, seguido por "Cincuenta sombras más oscuras" y la reciente "Cincuenta sombras liberadas", juntos vendieron alrededor de 80 mil volúmenes.
"Es lo más vendido en los últimos 20 años", dice Florencia Ure del sello Random House Mondadori sobre "este porno para hacer con tu marido en casa", como define al huracán que fue traducido a casi todos los idiomas e incluso, en Corea del Sur, sustituyeron "las palabras explícitas" con metáforas y han "recatado" los rituales sadomasoquistas.
El marketing y el boca en boca fueron grandes colaboradores para el ascenso meteórico de la historia de amor y sexo entre el multimillonario, misterioso y apático Christian Grey y la virginal Anastasia Steele (dos nombres que ya tienen a miles de recién nacidos), también hizo lo suyo la locura viral en la web, con chismes, foros, apuestas y trailers de futuras películas creados por fanáticos.
Pero el delirio no acaba en las hojas de un libro. Varios hoteles ingleses cambiaron la clásica biblia por "Cincuenta sombras"; los sex shops en California y Londres aumentaron sus ventas un 30 por ciento y, en la cadena de ferreterías más grande de la capital inglesa, se agotaron las sogas de algodón que se usan en la novela para las prácticas de bondage (atamientos).
Este cóctel de amor y sexo dirigido especialmente a mujeres heterosexuales y monógamas, aunque "muchos hombres lo leen", aclara Ure, fue creado por la británica E.L. James (1963), una ex productora de televisión devenida en multimillonaria y en una de las mujeres más influyentes del mundo.
James, casada hace 20 años y madre de dos hijos, quedó impactada con la saga "Crepúsculo" y pergeñó la receta del éxito, una novela rosa con sexo explícito que muchas mujeres confiesan que aceleró y transformó el ritmo sexual de sus vidas.
"La novela no defrauda -sostiene Ure- porque habilita, dentro de la relación formal que en general la gente tiene, a ser pícaro y a llevar adelante fantasías con tu pareja en tu casa, sin necesidad de engañar o incluir a un tercero. En la historia los dos son fieles, se aman, tienen sexo. En un punto es hipertradicional".
Y agrega: "Es mainstream y no está mal visto que se consuma. Desde lo social, la gente quiere que se le habilite la fantasía porque si lo hacen solos, es tabú. Así la gente se destraba".
La lectora promedio de Grey no estaría mirando al porno star Rocco Siffredi en la pantalla de la computadora familiar, ni miraría un sitio más caliente en su escritorio de trabajo, pero sí puede leer "Cincuenta sombras" con sus hijos dando vueltas. "Es un permiso y no está mal visto", subraya.
Aunque la variante electrónica fue central para la expansión de este fenómeno, hoy el pudor social está desvanecido, incluso en países como Cuba, donde habitualmente no entra la literatura comercial, "los libros de James están en las vidrieras al lado de la biografía del Che", cuenta Ure.
Quizás el éxito de este libro -se lee en playas, aeropuertos, subtes y colectivos- es que permite una vuelta a la imaginación erótica desde las letras, un espacio relegado a la sobreexposición visual del sexo, a la saturación del deseo. Este erotismo mediado con un libro convierte su lectura y ratoneos en una experiencia única, personal e intransferible.
"Desde `Madame Bovary` para acá la novela erótica tiene un lugar importante en la propia creación y construcción de lo femenino y de lo subjetivo en la identidad", dice la historiadora Isabella Cosse, autora de "Pareja, sexualidad y familia en los años 60".
"Esta lectura en la intimidad tiene un papel de configuración subjetiva y desde la novela erótica se interpela la convención y situación de la mujer, la condición femenina, el lugar el erotismo, la trasgresión de los mandatos domésticos y lo que busca y encuentra en un amante", sostiene.
James concedió con razón que "las escenas son muy gráficas, pero cuando la gente se enamora tiene sexo" aunque sobre el aluvión de ventas no dio muchas explicaciones: "No tengo ni idea. Es raro. En realidad, fue un alivio ver que también le gusta a otra gente, y que claramente no soy tan horriblemente perversa".
"Lo que yo quería era escribir una novela que divirtiera a las mujeres. Y parece que ese ha sido el caso", deslizó y arremetió: "A las mujeres les encantan las historias de amor. Creo que hay una boyante industria de pornografía que negaría esa afirmación".
Si bien su escritura fue merecedora de críticas y agota con clichés como "madre mía", "la diosa que llevo adentro" o "pechos turgentes", James prendió un catalizador para que autoras de literatura erótica entren en el mercado y en el gran público.
Porno para mamás, porno lit o sadomasoquismo a lo Disney son algunos de lo rótulos de este fenómeno que Amazon publicitó como el libro donde "nadie va a saber lo que estás leyendo". Ahora se sabe, pero eso es lo de menos.
GRACIAS A: Telam
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